¿Turquia: ¿quien volaba en la antiguedad?

¿Turquia: ¿quien volaba en la antiguedad?


Esta pregunta latente en algunos de los enigmas ya expuestos y en otros que iremos analizando cobra especial fuerza en el misterio que me dispongo abordar: los célebres mapas de Piri Reis. ¿Cómo es posible que en los albores del siglo xvi, alguien tuviera conocimientos geográficos y cartográficos de tierras que oficialmente no habían sido descubiertas? ¿Cómo entender que en esas fechas hubiera noción de los perfiles de un continente antártico “sin hielos” o de las cordilleras septentrionales de Canadá? Porque éstos, entre otros, han sido los sorprendentes hallazgos obtenidos por los científicos tras los inicialaes estudios de los mapas descubiertos en Turquía.

Mapa piri reis




Fue en noviembre de 1929 cuando, al practicar un inventario en el viejo palacio-museo de Topkapi, en Estambul, los empleados abrieron un antiguo cofre, hallando su interior una serie de pergaminos enrollados de los que no se tenía conocimiento oficial. Las primeras investigaciones corrieron a cargo del entonces director del Museo Nacional turco, Halil Eldem. Y fue entonces cuando surgieron las primeras sorpresas. Los pergaminos lógicamente deteriorados habían sido confeccionados sobre piel de gacela y, según las inscripciones que figuran en los mismos, elaborados en 1513 en la ciudad de Gallípoli por Piri Reis Ibn Hadji Mehemet. Es decir, por el almirante Pin, hijo del peregrino a la Meca Hadji Mehemet. Este personaje Piri Reis, además de almirante de la flota turca, fue un notable cartógrafo y un humanista de reconocido prestigio, que hablaba griego, italiano, español y portugués. Fruto de sus innumerables viajes nos queda un libro de memorias l Bahriye o Libro del mar en el que aparecen doscientos quince planos y mapas. En los dos fragmentos que constituyen estos famosos documentos de Piri Reis aparece una leyenda que dice textualmente: “Así se refiere cómo ha sido trazado este mapa. Nadie en el siglo presente posee uno similar. Ha sido elaborado y diseñado por el humilde suscrito. La carta es producto de estudios comparativos y deductivos hechos sobre veinte cartas y mapamundis, sobre ocho “Djaferiye" similares, sobre un mapa árabe de las Indias y sobre un mapa trazado recientemente por cuatro portugueses en el que los países de Sind, Hind y China están trazados con criterios geométricos, y también sobre un mapa de Colón elaborado en la parte occidental. Hay que decir que si la carta de esos países es exacta y válida para los marinos, es igualmente exacta y válida para los siete mares.”

Almirante Piri reis

Al parecer, el mapa de Colón al que se refiere el almirante turco fue suministrado por un marinero que había navegado con el ilustre genovés y que fue capturado por Kemal Ris, pariente de Piri Reis.
Obviamente, la reacción de los investigadores turcos no se hizo esperar. En aquellos pergaminos del siglo xv' se observaban continentes e islas que no “cuadraban” con la época. ¿Qué se sabía en 1513 de la Antártida y de esa lengua de tierra que dibujó el almirante turco y que enlazaba el cono sur americano con la referida masa antártica? ¿Es que alguien, ignorado hasta esos momentos, había llevado a cabo una exploración del norte de Canadá y de las islas árticas? Para asombro de los geógrafos e historiadores de Estambul, en los mapas de Piri Reis habían sido dibujados ríos, montañas, escollos y bahías inexplorados en esas fechas, así como los perfiles de las costas europeas, americanas, africanas, árticas y antárticas. Las cordilleras aparecían, incluso, con indicaciones de sus relieves. Los ríos, con gruesas líneas. Los arrecifes no visibles, señalados con cruces y las aguas poco profundas, marcadas con puntos rojos.
Y persuadidos de que estos fragmentos eran dignos de un estudio concienzudo, las autoridades turcas los depositaron en manos del doctor Kahie, de la Universidad de Bonn que, “casualmente”, visitaba Estambul en aquellos días. Y en septiembre de 1931 eran “oficialmente” presentados a la comunidad científica europea, en el transcurso del XVIII Congreso de Estudios Orientales, celebrado en la ciudad holandesa de Leyden. Pero, lamentablemente, las investigaciones de Kahie pasaron inadvertidas. Y fue menester aguardar al año 1953 para que los casi olvidados pergaminos de Piri Reis “resucitaran” al mundo de la ciencia y del interés internacional. Todo ocurrió de forma aparentemente casual. Aunque algunas copias circulaban ya desde hacia años por diferentes bibliotecas y museos, en dicha fecha fueron remitidos a la Marina estadounidense, como un regalo de sus colegas turcos. Y la Navy los hizo llegar al Departamento de Hidrografía Naval. Al poco, el singular obsequio al que, en un principio, no se le prestó excesiva atención fue sometido al dictamen de un experto cartógrafo: Arlington H. Mallery. Paciente y meticuloso, éste fue a embarcarse en la ardua labor de revisar cada uno de los perfiles de los continentes descritos por el almirante turco. Y lo que a primera vista parecía un conglomerado de despropósitos fue revelándose como una increíble “caja de Pandora”. Al explorar los detalles, Mallery observó con estupor cómo los accidentes geográficos dibujados por Pín Reis encajaban con los hoy conocidos, aunque, inexplicablemente, estaban “fuera de sus posiciones correctas”. Este extraño “error” fue justificado como una lógica falta de información de los navegantes medievales en lo que a longitudes y latitudes se refiere. Pero, al profundizar en las investigaciones, el científico norteamericano terminó por comprender que en aquellos perfiles parecía latir una desconocida ley matemática. n otras palabras: una pauta o proyección, sabiamente manejada por sus autores. Y Mallery solicitó el concurso de Walters, un veterano cartógrafo de la Sección Hidrográfica estadounidense.
Entre ambos hallaron una pauta que les permitió desarrollar y proyectar los planos de Piri Reis sobre un globo terráqueo, sometiéndolos a continuación a la moderna proyección denominada de “Mercator”. Y ahí surgieron las grandes sorpresas.
Por ejemplo: los meridianos terrestres habían sido dibujados con excelente precisión. Algo inaudito en el siglo xvi...
Por ejemplo: los mapas de Piri Reis mostraban la “totalidad” del planeta, con “información” detallada sobre macizos montañosos casos de la Antártida y del norte de América actualmente cubiertos por los hielos.
Por ejemplo: el almirante turco había “equivocado” el actual estrecho de Drake, sustituyéndolo por una lengua de tierra que unía el cono sur americano con la Antártida. Al comparar los mapas con las modernas fotografías aéreas en infrarrojo, que revelan el perfil submarino de dicha región, se estimó que Piri Reis estaba en lo cierto: ambos continentes habían permanecido unidos por ese estrecho “puente”, al menos hasta el final de la última glaciación. Pero esa “circunstancia” se remontaba a unos once mil años...

Mapa de Antártida, del almirante Piri Reis

Por ejemplo: la Antártida aparece “sin hielos” en los mapas turcos. Y sus contornos, montañas y valles coinciden básicamente con lo hoy descubierto bajo el manto helado de casi dos kilómetros. ¿Cómo podía saber Piri Reis de la existencia de la península de Palmer o de la tierra de Maud, por no alargar la cuestión, si dichos parajes no fueron identificados hasta la llegada de la expedición británico -sueco -noruega a la Antártida (19491952)?
Por ejemplo: si en 1513 la isla de Cuba presentaba la forma actual, ¿por qué en los mapas de Piri Reis fue dibujada con su extremo occidental básicamente formado por islotes? La solución llegó de la mano del profesor Hapgood: “En tiempos remotos, esa zona de Cuba, en efecto, se hallaba sumergida.”
Y las investigaciones continúan. Y en un futuro es muy posible que los científicos nos sorprendan con nuevos y espectaculares datos. De momento, lo que ya nadie duda es que el almirante turco tuvo acceso a planos, documentos e informaciones con una “base real y rigurosa”. Una “documentación”, en definitiva, heredada quizá de una humanidad que pobló la Tierra hace miles de años y que
para elaborar mapas como el de Piri Reis tenía que disfrutar de conocimientos y medios técnicos asombrosos. Entre otros en palabras del propio Mallery de la capacidad de volar. Una “humanidad” que, como nos cuenta Platón, pudo ser arrasada “en el transcurso de un día y una noche” y, justamente, hace once mil o doce mil años. Un pueblo que decenas de estudiosos han bautizado como los atlantes”.

Fuente :  J.J. Benítez Mis enigmas favoritos


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